Historia del encuentro de la llegada de los cuáqueros a Monteverde
Por causa de la Ley Militar de 1948, cuatro personas no querían ser enlistados por lo que fueron prisioneros durante un año y cuatro meses, lo que correspondía a un tercio de la sentencia, todo esto sucedía en Alabama, Estados Unidos, cuando fueron liberados, decidieron buscar un lugar más seguro para vivir ellos y sus familias.
Un grupo religioso de amigos, denominado cuáqueros, (llamados también Sociedad de Amigos o simplemente Amigos, una forma abreviada de Amigos de la Verdad) proceden de los puritanos ingleses radicales de mediados del siglo XVII y el nombre deriva de «temblar de pavor» ante la palabra de Dios.
Una pareja de esta iglesia, decidieron visitar algunos países, incluyendo Centro América, con la intención de encontrar un mejor futuro para ellos y sus familias, fue así que regresaron a Estados Unidos relatando que habían encontrado el sitio ideal, llamado Costa Rica, pues tenía una mejor economía y recientemente habían abolido el ejército, lo cual hacía un gobierno más estable y seguro, todas estas condiciones, más unas que relataré más adelante, cumplían con las expectativas que los cuáqueros anhelaban.
Fue entonces, cuando siete familias, procedentes de Alabama, vendieron sus propiedades, enviaron y algunos bienes por barco y vinieron por avión, en busca de ese futuro mejor, solo don Marvin Rockwell y la familia de su hermana atravesaron en un viaje inolvidable todo México y Centro América hasta Costa Rica, don Marvin en un Jeep 4x4 y su hermana en un camión previsto con dos tanques para el combustible, repleto de provisiones que sabían que necesitarían para su larga travesía.
Salieron el 4 de noviembre de 1950, en la frontera de México encontraron el primer tropiezo, no sabía que necesitaban un permiso especial para exportar el Jeep, encontró en Texas la posibilidad de realizar dicho trámite, pero atrasando así, la salida del país, unas vez superado esta dificultad, continúa hasta México, encontrando que en lugar de carretera lo que había era solo una línea de ferrocarril, teniendo entonces que subir sus vehículos en un vagón del tren para continuar unos 300 kilómetros.
Llegando a El Salvador, habían carreteras bien pavimentadas, En Honduras un poco distinto porque aunque no había pavimento, era un buen camino, entonces en avance se cumplía satisfactoriamente, ya en Nicaragua, las carreteras era entre pavimento y camino de tierra pero en general su estado bueno, dice don Marvin que gran sorpresa al llegar Costa Rica, todo cambió, no había camino, como ese paraíso terrenal descrito por sus amigos, ¿dónde estaba?
Y es aquí donde se inicia la emoción que él y su familia andaban buscado; desde Peñas Blancas hasta la Cruz de Guanacaste tardaron un mes, dormían en campamentos improvisados donde caía la noche, en tijeretas o muy cómodas pero útiles, la comida no era como en casa pero nutría de energía para continuar hasta encontrar civilización.
El Camino de Liberia a Cañas era regular, sin embargo fue hasta que llegaron a Barranca que el camino se comportó apropiado para su Jeep y el camión de su hermana, hasta San José, recuperando un poco el tiempo perdido en Guanacaste, llegando el 4 de febrero de 1951, encontrando que su grupo había llegado desde noviembre de 1950.
Ya instalados en la Meseta Central, sabía que deseaban vivir en un clima fresco para favorecer la salud, pero no tenía dinero para comprar propiedades en San José o sus alrededores, Buscaron primero cerca de Panamá, se dieron cuenta de que estaba demasiado lejos y que además las condiciones de los terrenos no eran muy buenas.
En Turrialba le sucedió algo muy gracioso, pues aunque el clima era espectacular, el señor que quería realmente venderles la propiedad a toda costa, les decía que el terreno era plano y perfecto, cuenta don Marvin que en todo momento tenían que amarrarse de todo lo que podían para no caerse, de lo irregular que era el terreno, este señor no sabía que los cuáqueros simplemente no sabían el idioma, no eran ciegos, ni mucho menos tontos.
El 19 de abril de 1951, visitaron por primera vez la zona de Monteverde, llegaron primero a Guacimal, teniendo que dejar en Jeep y el camión en la casa de don Otoniel Arguedas, pues las condiciones del terreno eran inapropiadas para los vehículos, siguieron entonces en caballo, guiados por un señor de apellido Pacheco y Zacks, quienes fueron su primer contacto para llegar a la zona. Es por esta razón que este mismo día, se celebra el “Día de Monteverde”
Fueron los cuáqueros quienes le dieron el nombre de Monteverde, pues relata don Marvin que cuando se observa las zonas más bajas todo se encuentra seco y amarillo, conforme se sube la montaña cada vez se torna más verde, y esto tan natural y común para nosotros es lo que le da el nombre de Monteverde.
Las once familias, cuarenta y cuatro personas en total, con picos y palas, abrieron paso a los primeros Jeeps, hasta Monteverde, en su mayoría halados por yunta de bueyes, o empujados por la fuerza humana.
Sus conocimientos adquiridos en el ejercito de Estados Unidos, en el área de la medicina, le fueron provechosos en durante la colonización, pues cualquier hueso roto, herida, laceración, inyección, en fin una dolencia, era atendida por don Marvin, quien con su inteligencia y su don de gente sabía aliviar el dolor.
En su llegada a Monteverde, las primeras viviendas consistían en grandes tiendas de campaña, mientras construían casa para protegerse del frío, en la finca de don Rubén Ugalde, es donde actualmente de encuentra la fábrica de quesos.
Deseaban comprar terrenos, pero La compañía: Guacimal Land Company, tenía la concesión por derecho de explotación de la cuenca del Río Guacimal, para el desarrollo de una planta hidroeléctrica que en ese entonces funcionaba en Guacimal, se vieron entonces en la necesidad de solicitar el permiso para poder escriturar las propiedades ante el Gobierno de Costa Rica.
De su llegada cerca de unas 500 personas que ya habitaban en la zona que se llamaba Cerro Plano, y una vez iniciadas distintas labores, contrataron costarricenses, a quienes les pagaban 1 colón por hora. Entre algunas personas y familias que don Marvin recuerda están: Francisco Ugalde, Rafael Ugalde, F. Ávila, Fam. González, Fam. Vargas, Fam. Arguedas, y don José Méndez, fue uno de los primeros en llegar a la zona. Recuerda muy bien que don Miguel Solano, sembraba ajos, cebollas… otros sembraban caña, maíz, frijoles productos comunes en esa época, con los cuales les daban sustento a sus familias, ya fueran para consumo propio a los vendían en los mercados más cercanos de Las Juntas, Guacimal, y Puntarenas.
Llegado el momento de establecerse, no sabían en qué iban a trabajar, sólo sabían que necesitaban un producto de buena calidad, que les permitiera el sustento y una estabilidad económica duradera. Unos cuáqueros conocían un poco del negocio del ganado y aprovechando este conocimiento, decidieron comprar 50 de las mejores terneras raza Jersey, mientras las terneras se desarrollaban y empezaban su etapa productiva, la empresa productores de Monteverde Company, empezaba a constituirse legalmente en el territorio costarricense, iniciando con 8 accionistas.
Construyeron una pequeña fábrica, donde tenían una caldera traída desde Estados Unidos con muchas dificultades, además tenían problemas para calentarla, pues la leña estaba mojada. Para prensar los quesos, utilizaban las latas vacías de avena como moldes, ya para abril de 1954 producían unos 150 kilos de queso diariamente, comparado a los 4000 kilos diarios que se producen actualmente en la fábrica. El instructor que conocía de quesos, primero dirigía una fábrica en Japón, luego hizo un curso en la Universidad de Pensilvania, aplicando este conocimiento en la elaboración de sus productos en recíen iniciada empresa Monteverde Company.
Al ir creciendo su empresa por la demanda de su producto, y al invitar a los productores de leche de la zona a que mejoraran la calidad de su leche, empezaron a comprarles a los productores de la zona, y fue entonces que desde hace 25 años, la compañía decidió que toda persona que producía leche y quería vendérsela a la empresa, debía ser accionista.
Los quesos tipo Gouda, los vendían en San José, este tipo de queso debía madurar por un periodo de 2 meses, lo cual no hacía necesario su refrigeración, ni la entrega inmediata. Los lugares donde los distribuían eran como: Gran Vía, Castellano, La Sevillana, entre otros, todos en la Meseta Central.
Cuenta don Marvin, que las mujeres, hacían los oficios del hogar, la mamá, tenia una máquina de tejer, con la cual hacían hermosos suéteres y tejidos muy útiles para esos climas. La educación estuvo a cargo de una maestra que venía con ellos, y una vez instalados allí, ella siguió con los niños que ellos traían y hasta el día de hoy la escuela existe con el mismo nombre: Monteverde Friends School (La escuela de los Amigos).
Recuerda muy bien, que El sacerdote Héctor Morera, era quien venía una vez al mes a dar misa, matrimonios y bautizos.
Pasado algún tiempo y con ese don de visionario, don Marvin, vendió su finca, y compró un camión con el cual empezó a distribuir el queso Monteverde en San José, vivió en Monterrey – Montes de Oca. Para realizar sus distintas labores contrató a un joven llamado Marco Antonio Hidalgo como ayudante. Y en la casa de este muchacho, conoció un niño quien tenía un año y medio, entre desnutrición y abandono no tenía nada, entonces don Marvin aunque no tenía esposa, decidió adoptarlo pues su gran amor por la humanidad y el deseo de ayudar estaba presente en él, cuenta que le colocó una cama en el camión al bebé y así siempre andaba con él.
Don Marvin contrajo matrimonio en 1963, con una joven llamada Flory Salas, vecina de unos amigos quienes los presentaron como hechos uno para el otro. Después vinieron sus oros hijos: Henry, Arthur, Steven, y al final adoptaría una niña llamada Ana Patricia, una hermosa familia cuenta con una gran sonrisa don Marvin.
Con la familia regresó a USA, donde vendía chocolate, una vez cerciorado que sus hijos aprendieran el idioma de su natal país, después de 6 años regresó a Monteverde, en donde abrieron una pensión llamada Flor Mar, actualmente Colina Lodge.
Entre sus anécdotas recuerda que necesitaban una pista de aterrizaje para transporte aéreo, entonces tomó unas lecciones de vuelo, la pista se construyó a medias, ni siquiera quitaron los troncos de los árboles derribados, pues la característica de los vientos en esa zona no les permitiría nunca aterrizar.
De los 44 cuáqueros que llegaron a Monteverde, aún quedaban 6, incluyendo a don Marvin, quien está todavía con igual ímpetu que hace 60 años.